
El interés por la valoración del nivel de confort térmico nació como una consecuencia de la aparición de las técnicas de acondicionamiento de aire, cuyo fin era justamente lograr que las personas se sintieran confortables y precisaban por tanto de métodos que permitieran evaluar en qué medida se alcanzaban sus objetivos; el más conocido de los índices de evaluación del confort fue la «temperatura efectiva», desarrollado por Yaglou y colaboradores en 1923.
En 1970 de la obra «Thermal Confort» de P.O. Fanger representó un avance sustancial, al incluir en el método de valoración propuesto la práctica totalidad de las variables que influyen en los intercambios térmicos hombre-medio ambiente y que, por tanto, contribuyen a la sensación de confort; estas variables son: nivel de actividad, características del vestido, temperatura seca, humedad relativa, temperatura radiante media y velocidad del aire.
CONSESA, realiza las mediciones de confort térmico, siguiendo metodologías establecidas por organismos reconocidos a nivel internacional como son: ISO (International Organization for Standardization), NIOSH (National Institute of Occupational Safety and Health), INSHT (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene del Trabajo) entre otros.